Historia

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Gabriel Oliveri: de la hotelería de lujo a los escenarios porteños, una vida entre estrellas y la búsqueda de felicidad

En Desencriptados, el director de marketing y actor compartió una historia de esfuerzo y transformación, desde sus comienzos en Concordia hasta su presente en el hotel más prestigioso de Buenos Aires. Habló del amor, la vocación y la decisión de reinventarse tras la pérdida de su madre. Además, reflexionó sobre los prejuicios que aún persisten en la sociedad y la importancia de vivir con autenticidad

8 de octubre de 2025

Gabriel Oliveri es un destacado referente de la hotelería y la hospitalidad en Argentina, reconocido por su extensa trayectoria como director de Marketing y Comunicación en el Four Seasons Buenos Aires. Su carrera comenzó desde abajo: a los 17 años dejó su ciudad natal, en Concordia, Entre Ríos, buscando un cambio en su vida.

En Buenos Aires, superó desafíos personales y profesionales, ascendiendo desde su primer empleo como maletero hasta convertirse en una figura central en la hotelería de lujo porteña. Además de su labor en ese rubro, Oliveri ha incursionado en los medios, participando como conductor y panelista en diversos programas, y ha sido nominado al Martín Fierro por su ciclo Corazones ardientes con el Doctor Amor.

Actualmente, protagoniza Queridísimo Truman, una obra que rinde homenaje al escritor Truman Capote y que coescribió junto a Florencia Bendersky, quien también se encarga de la dirección. Las funciones se presentan hasta el 15 de octubre en el Teatro San Martín. A través de una interpretación íntima y sensible, Oliveri encarna al autor de A sangre fría en los últimos años de su vida, explorando sus luces y sombras, su genialidad y su soledad.


Gabriel Oliveri combina su carrera en la hotelería de lujo con su pasión por la actuación. (Cristian Gastón Taylor)


Rulo: - Sos director de marketing de uno de los hoteles más prestigiosos de Buenos Aires y además actor. ¿Cómo conviven tus dos profesiones?

Gabriel: - Hay que ser de todo porque uno es todo. Después la sociedad te pone etiquetas... Te dicen: "Si sos secretario, no podés ser vedette" y sí, se puede ser todo. Eso es lo que yo creo. Los uniformes se cambian...


Rulo: - Además me parece que es algo muy moderno de hoy en día ser todo.

Gabriel: - Sí y ahora se puede. Antes no se podía. Cuando empecé con esto era un escándalo. Si estabas en un hotel, no podías hacer televisión. Tenía que hacer televisión a escondidas. Por eso terminé haciendo Doctor Amor, porque tenía una peluca gigante y no me reconocían. Era como el Piñón Fijo pero del amor. Y empecé a hacer televisión oculto porque en el hotel no podía. Después, con los años, empecé a hacer tele como yo.


Rulo: - Y ahora estás presentando una obra en el Teatro San Martín.

Gabriel: - Sí. Se llama Queridísimo Truman. Está en el Teatro San Martín, del 26 de septiembre hasta el 15 de octubre, de miércoles a domingos, todos los días a las 19.30. Escribí la obra con una directora que es Florencia Vendresky y también la actúo. Me estoy preparando un montón. Estoy durmiendo muy poquito. Estoy de 7 de la mañana a 18 horas en el hotel y 18.30 entro a ensayo al Teatro San Martín hasta las 23 horas. Es un proyecto maravilloso. Yo vine del interior, de Concordia, Entre Ríos, a Buenos Aires, a hacer un montón de cosas, pero lo que quería hacer era estudiar teatro. Y me puse a estudiar con Carlos Gandolfo, que era un genio. Y me puse a trabajar en un hotel para pagarme los estudios de teatro y la hotelería felizmente me chupó y me dio todo. Amo la hotelería. Me dio mi casa, viajes y me dio conocer a todas las estrellas del mundo. Recorrí el mundo entero por la hotelería y aprendí. Pero hace dos años, falleció mi mamá y la muerte de los seres queridos y, más si son tan cercanos, te hace replantearte qué viniste a hacer a esta vida.


Rulo: - ¿Y vos qué viniste a hacer?

Gabriel: - A actuar. Yo soy un hotelero de alma y quiero morirme siendo hotelero, pero dije: "¿Y la actuación? ¿Qué pasó?" Y me puse a estudiar con Lily Popovich, que es la coach de Vicuña, Furriel, Sbaraglia y me dijo: "Sos buenísimo actuando, tenés que hacer esto". Y ahí me vio un compañero, me ofreció hacer microteatro, empecé con eso hace dos años. Hice de Hemingway y me vio una directora. Por eso siempre digo que hay que hacer porque siempre hay alguien viendo... Esta directora, Florencia Vendresky, me dijo: "Vos tendrías que hacer de Capote". Y yo dije: "Lo amo".


Rulo: - Es que un actor también es un gran vendedor y vos sos buen vendedor que trabajás en el hotel. ¿Cuáles sentís que son las herramientas que podés aplicar en ambas profesiones?

Gabriel: - Para ser buen vendedor lo primero es la empatía, porque uno le compra a la gente que se hace amigo. Entonces, si vos rompés ese hielo de hacerte amigo de la gente, todos te llaman. Yo logré eso a lo largo de estos 25 años. Tengo una agenda muy grande y estoy en la agenda de todo el mundo. Entonces, si ven que estoy en línea a las tres de la mañana, me llaman para pedirme una habitación y a mí no me molesta porque yo como de eso. Una reserva a las 11 de la noche de un sábado, ¿cómo me puede molestar? Si soy un vendedor. Estoy en el cine, veo el mensaje y contesto, porque lo mío es 24 horas y amo apasionadamente mi hotel. Los fines de semana yo paso y veo la torre del hotel y digo: "¡Qué suerte que encontré un lugar en el mundo donde soy feliz!". Así como uno tiene que encontrar una pareja, amigos y todo, es importantísimo que uno ame el trabajo que hace...


Rulo: - ¿Vos sos el responsable de que el hotel facture lo máximo posible?

Gabriel: - Somos 300 empleados, todos ponemos nuestra gotita, pero yo soy la cara de la facturación. Tengo que conseguir los clientes con un equipo muy grande. Entonces, cualquier banda que viene a la Argentina tiene que alojarse con nosotros, las convenciones, los grupos... Si viene una convención de cualquier banco, los congresos, bar mitvá, casamiento, Elena, tratamientos de spa, yo vendo todo. La idea es llenar al hotel. Y cuando vos mostrás el hotel es como un microteatro, porque llega un huésped y le pregunto: "¿De dónde venís? ¿Cómo me fue el vuelo? ¿Traes una mascota?". Y cuando muestro el hotel, lo muestro de acuerdo a cómo sos vos y qué te interesa del hotel. Voy viendo qué es lo que vos querés y te hago a medida esa recorrida. Y eso es un microteatro. Ponés la energía ahí. Siempre la actuación me sirvió... Estudié muchos años, toda la vida seguí estudiando teatro. Pero nunca me la había planteado como ahora que dije: "Bueno, con la hotelería me fue bárbaro, la amo, tengo una posesión económica que está bien, pero ¿qué me faltó?" La muerte de mi vieja me hizo darme cuenta de que no me quiero ir de este mundo sin cumplir mi sueño. Sigo haciendo televisión, estoy en LN+ con Horacio Cabag y Maglietti los sábados a la noche en vivo, escribí un libro, hago mucha televisión, voy a todos los programas que me invitan y me encanta. Pero esto del teatro no era joda porque yo como soy Four Seasons, quiero hacer todo muy lindo y muy bien. Entonces armar esta obra fue con mucho detalle: que tenga piano de cola, me senté con el que hace la ropa, Julio Suárez, que es el único argentino ganador de un Goya por la película La sociedad de la nieve. Lo llamé y le dije: "Mirá, salgo desnudo si vos no me hacés la ropa". Y le caí simpático, no lo conocía y me está haciendo la ropa para Truman. Entonces, uno por uno fui hablando y armando un equipo. Ahora me fui en junio 10 días a Nueva York a hacer todo el circuito Truman, fui a su casa en Brooklyn, salió un vecino como de 90 años y le dije: "¿Conoció a Truman Capote?" "Sí, sí, lo veía caminar por acá", me respondió y le pregunté cómo era. Me compré primeras ediciones de los libros, fui a Studio 54, que fue a gran disco donde iban todos. Ahí Mick Jagger para el cumpleaños de Bianca Jagger la hizo entrar en un caballo blanco a la disco. La disco era un descontrol de droga, sexo y alcohol. Abajo en el subsuelo, que lo cuento en la obra, tenían un sótano donde iban todos a tener sexo, los famosos con los barmans. Era un descontrol. La fui a ver porque es un teatro y está todo igual. Y en la obra hablamos de toda la vida de Capote...


Rulo: - Te escuché decir en una entrevista que ser feliz es una elección. ¿Uno elige y dice: "Voy a ser feliz"? ¿Deja de lado todo lo malo que le pasó y entiende que la vida es eso?

Gabriel: - Totalmente. Para ser infeliz necesitas solo un sillón. Te tirás y te lamentás de todo lo que te pasó y todo lo que te va a pasar. Te tirás ahí y sos infeliz. Para ser feliz tenés que conseguir un trabajo, una pareja, amigos y armarte una vida. Eso es un esfuerzo enorme, pero si vos tomás la decisión de ser feliz, te sacás de encima la gente nociva. Los amigos no son para toda la vida. Hay amigos que te hacen daño y que son peores que los enemigos. Hay parejas que te hacen daño y que tenés que cortar y la familia no siempre es saludable. Si te enferma una o dos veces, a la tercera se acabó. Puedo vivir sin familia, ser un repollo, no me importa. Pero las pautas de lo que vos necesitás para tu vida, las ponés vos.


El director de marketing del Four Seasons presenta la obra Queridísimo Truman en el Teatro San Martín. (Cristian Gastón Taylor)


Rulo: - Manejando un hotel de lujo, donde todo el tiempo hay grandes estrellas internacionales, ¿se puede pedir realmente lo que quieras? ¿Hay cosas que el hotel les dice: "Eso está prohibido"? Por ejemplo, meter un perro grande en la habitación...

Gabriel: - Se pueden solo mascotas chiquitas. Nosotros aceptamos perros.


Rulo: - Pero ¿se puede hacer lo que uno quiere?

Gabriel: - No, para nada. El dinero ni la fama no te da autorización.


Rulo: - ¿Le dijiste que no a algún famoso? Sin decir nombres.

Gabriel: - Por supuesto que sí porque hay cosas que no se pueden. Cualquier cosa que va a riesgo de empleados y de los otros huéspedes es que no. Todo lo que es legal uno lo ofrece. Eso es así, pero no cualquier cosa. Si vos querés, no sé, armar algo y tapás las salida de incendio o vas contra la seguridad del hotel, de ninguna manera. Pero las estrellas que se alojan en el hotel no son gente que llegó ahí por casualidad y el show lo hacen en el escenario. Yo he tenido gente como Madonna, que a las siete de la mañana se armó un gimnasio y estaba ahí cuatro o cinco horas para poder dar lo mejor en el show que tenía a la noche. Hay gente que ha trabajado muchísimo. La fama no es casualidad, salvo que te acuestes con un famoso o que seas la hija o la mujer de alguien. Pero si no, llegar a un lugar en la vida es mucho esfuerzo. Algunos, como a Truman, que cayó en la droga y el alcohol, se terminó destruyendo la vida. Pero podés llegar y después tenés que cuidarte. Y esta gente se cuida. Mick Jagger, la última vez que vino era increíble. Paul McCartney, que tiene 80 y pico, yo lo veía corriendo por el pasillo. Nadie llega a correr a los 80 y pico si no se cuida. Es gente metódica y comen súper sano. La mayoría son vegetarianos y se cuidan un montón...


Rulo: - Decimos un top tres de cosas locas que te han pedido y que recuerdes. Alguna que tuviste que laburar para conseguirla...

Gabriel: - Una silla de barbero antigua para tener en la habitación para que se afeite la estrella. Eso lo fuimos a buscar a San Telmo a ver si le gustaba. Después las máquinas flipper que funcionen...


Rulo: - ¿Para la habitación?

Gabriel: - Sí, para la habitación. Después máquinas especiales de correr o pesas que no hay acá en Argentina. Elton John pidió una gaseosa descafeinada que no había en Argentina en ese momento y la mandamos a hacer porque lo pidieron con tiempo y la marca de gaseosa nos dijo: "Sí, se la hacemos". Nos hicieron 100 latas descafeinadas especialmente para él. Para el que es hotelero es un desafío constante. A veces también te dicen: "¡Ay! Cumple años mi mamá, en una hora quiero que tengas flores en Nueva York". Y en una hora tiene las flores porque tenemos una empresa que vos llamás, pagás y se envía. Todo se resuelve.


Rulo: - Fiesta en la habitación, ¿sí o no?

Gabriel: - En las habitaciones no se puede hacer fiesta, pero si sos Mick Jagger y querés invitar a 15 o 20 personas, algo tranqui, se puede. Te ponemos el champán y todo. Por ejemplo, la suite presidencial, que tiene 200 metros cuadrados, tiene el baño más espectacular. Son 30 metros cuadrados de mármol de Carrara y del Macizo Francés con las canillas y las piletas en oro macizo. Esto fue un regalo de boda en 1916 a 1920 se construyó y Félix de Álzaga Unzué se lo regaló a su mujer Elena. Entonces, en esa suite, llenamos la bañera de hielo, ponemos el mejor champán que te puedas imaginar y la moza lo saca de ahí. Después, en esa bañera también se prepara el baño de espuma con los pétalos de rosas y ese tipo de cosas.


Rulo: - Digamos que si la fiesta se empieza a ir de mambo y suben el volumen, le tocan la puerta y hay que bajar un poco...

Gabriel: - No podés molestar seas quien sea. Y pasa que algún famoso pone la música muy fuerte y el de al lado se molesta. En un hotel cinco estrellas todos son VIP. Y el famoso tiene más atención que el resto. Entonces, tenés que ocuparte del resto. Nadie es más. Es muy democrático.


Rulo: - ¿Cuál es la diferencia entre el lujo y vulgaridad?

Gabriel: - Para mí es el exceso, querer demostrar lo que no sos. Es esa cosa de exceso, la ostentación. Para mí, ostentar es una grasada. Y además, todos somos una placa de cementerio, dejame de joder, nadie es más que nadie...


Rulo: - Creo que vos sos la persona indicada para decirlo, porque estuviste con todas esas estrellas internacionales que muchos ven como dioses, y vos las viste en su costado más humano, vulnerables, como personas comunes, ahí, desayunando en el hotel...

Gabriel: - He estado con Letizia y Felipe de España, con Máxima Zorreguieta, con el marido de la reina. El otro día que murió la duquesa de Kent, también estuve con la duquesa, con el Aga Khan, con Fidel Castro, con Bill Clinton, con Bush. He estado con figuras del fútbol, desde Beckenbauer, hasta Maradona, Neymar... Todo por rubro. He estado con Ayrton Senna, gente que ya no está, con Michael Jackson, con Whitney Houston, atendiéndolos, recibiéndolos, acompañándolos a la habitación, son todos humanos. Más de una vez, por ejemplo me ha pasado, de recibir a Luis Miguel en la mansión y que me digan: "Nadie le puede hablar". Él bajó divino con una sonrisa y yo le dije: "Bienvenido. Te muestro la mansión" y le mostré la mansión, le conté la historia y el estaba muy interesado en conocer todo. Me pasó de decirle a Madonna: "Vení a ver el baño" y que se sorprenda porque son estilos que solo se ven en París...


Rulo: - Pero ¿qué es mejor parar en la presidencial o en la mansión?

Gabriel: - La presidencial está en la mansión. Es todo el primer piso.


Rulo: - ¿La presidencial no es la del balcón de los Rolling Stones?

Gabriel: - No. Ese balconcito en realidad el piso séptimo, que es un lounge donde, pagando un adicional, tenés desayuno en la mañana, cóctel en la tarde y en su momento Slash sacó la cola por ahí...


Rulo: - ¡Cómo olvidarlo! Entonces todos paran en la mansión.

Gabriel: - Sí, la mansión es la suite presidencial y ahí han estado todos: Shakira, Thalía, todas las generaciones y las edades. Imagínate empecé muy chico en la hotelería así que he visto a todos, desde presidentes, realeza, pero a mí eso me sirvió de aprendizaje.


Rulo: - ¿Soñaste en algún momento en convertirte en famoso? Porque vos sos muy respetado en la hotelería, pero ahora te estás haciendo famoso a nivel nacional.

Gabriel: - A mí me parece que ser conocido te facilita la vida. Yo siempre buscaba ser notorio y la diferencia entre notorio y famoso es que el notorio tiene las mismas ventajas del famoso sin los inconvenientes. Nadie te molesta en el restaurante, pero te da la mejor mesa. A mí me ha pasado de ir a un restaurante súper, súper exclusivo y estar en la puerta con un montón de gente y que salga el gerente y diga: "Señor Oliveri su mesa ya está" y yo no había hecho la reserva. ¿Entendés? Y te mandan por ahí un champán carísimo la mesa, se te facilita la vida. Vas a un hotel en el interior en Bariloche y te dan la suite más grande, se te facilita la vida el ser notorio.


Rulo: - ¿Te sorprende?

Gabriel: - No, yo todo lo soñé. Yo vivía en el interior, en una casa humilde, mi papá era camionero, después fue almacenero, pero yo siempre sentí que este era mi lugar y no es soberbia porque trabajé para esto. Me parece que da mucho resultados tratar de ser la mejor persona posible. Vivir para ser un buen recuerdo. Que la gente piense en vos y se le escurra una sonrisa, no la maldad. Hay tanta gente maldita en el espectáculo, mala, mala, mala, de maldad absoluta.


Rulo: - Vos tenés una relación a distancia. ¿Cuáles son los pro y los contra de eso?

Gabriel: - Sí, vivimos a distancia. Pero es perfecto porque lo que a mí me pasó es que yo encontré mi corazón en el mundo. Él es mi todo, es el amor de mi vida y me completa. Es la primera persona que llamo cuando estoy mal y la primera persona que llamo cuando estoy bien.


Rulo: - ¿Es tu único amor? ¿Tuviste otros novios?

Gabriel: - Tuve mucha gente que dio vuelta, pero... (risas). Soy de Aries que es un signo muy apasionado: Suar, Tinelli, Luis Miguel, yo... Todos nos manejan por el pito. Es un signo muy apasionado, muy fuego. Pero cuando uno encuentra el amor, como yo siempre le digo a las mujeres, el órgano más grande que tiene que tener el hombre es el corazón. Porque después el sexo y todo eso pasa bastante rápido. Uno a veces se separa porque se terminó el deseo y me parece que hay que tercerizar el sexo y seguir con la persona amada. Es muy difícil, pero el amor es único. Yo estoy totalmente enamorado y enamorado no es con corazoncito ni mariposas. Me parece que lo más sexy que te puede pasar es que tu pareja te agarre el pito para que orines en una chata en un hospital. Ese me parece que es el gesto más erótico que te puede pasar. Y me ha pasado porque una vez he tenido algún tema de salud y cuando a vos te ponen la chata y te agarran el pito para orinar porque estás todo conectado a cables, es maravilloso. Eso es erotismo, porque el pito te lo agarra cualquiera, pero en un hospital... y que te cuide, te dé el puré... Eso para mí es no estar solo en el mundo, es amor. Y eso me ayudó a mí a lograr todo lo que logré. Por ejemplo, mi mamá antes de morir, ella tenía cáncer y tenía que hacerse un estudio en el hospital. Vivía en Entre Ríos y vino a Buenos Aires para eso. Yo estaba en un hospital esperando a que le hagan el estudio y le había dicho el día anterior al Gordo que mamá se iba a hacer ese estudio a las 9am. A las nueve en punto me llamó desde la vereda y me dijo: "Estoy acá. Si querés bajo a conocerla. O cuando ella entre a hacerte el estudio te cruzás a tomar un café. Vine a hacerte el aguante". Que se tome un avión de dos horas y media para acompañarme y no tener que pedir eso es amor...


Rulo: - Es un divino.

Gabriel: - Nos elegimos para acompañarnos porque la vida solos es muy difícil. Yo no digo que no se pueda porque tenés tus mascotas, una amiga, siempre hay alguien, pero que alguien te sostenga... Yo por eso digo la frase que le copié a Katherine Graham, que está también Queridísimo Truman. Ella al marido le escribía las cartas y le firmaba: "Sos mi peso y mi sostén". Y creo que esa es la definición de la pareja. Hay momentos que el otro es un peso y hay momentos que uno es el sostén, pero un domingo leyendo el diario, levantás la vista y ves ahí a la persona, pasó el tiempo y antes tenía un cuerpo y una belleza y ahora tiene otro, pero vos decís: "Qué lindo, te sigo amando igual". Eso es maravilloso.


Gabriel relató anécdotas con estrellas y explicó la diferencia entre lujo y la ostentación. (Cristian Gastón Taylor)

Por sí o por no


Rulo: - ¿Tu hermano peleó contra un oso y le ganó?

Gabriel: - Sí. Para mí un gran peso, porque tener un hermano que le gana a un oso. Imaginate ...


Rulo: - Aclaremos que el oso tenía guantes porque te llega a pegar con una garra...

Gabriel: - Tenía guantes y un bozal. Era el Circo Lowandi que llegó a Concordia y paseaban el oso...


Rulo: - Aclaremos que es recontra repudiable, pero esto existía en ese momento.

Gabriel: - Obvio. Eran otras épocas. Hace 30 años atrás. El oso en realidad lo trajeron para boxear con los hombres de la ciudad y en el circo en un momento había una jaula, estaba el oso parado, enorme, y entraban de a uno a boxear con él. Mi hermano me había dicho ir al circo los dos juntos, me llevaba muchos años y yo era chiquito. Yo iba a ver los trapecistas, lo demás no me interesaba. Y él dice: "Voy a pelear al oso". Ya había ido con esa intención. Me da los mocasines, el cinto, la remera y le digo: "Por favor, no" y me metí abajo de la silla de lata. Empecé a rezar porque dije: "Lo voy a llevar muerto a casa y Mamá me mata".


Rulo: - Él quería demostrar que le podía ganar.

Gabriel: - Sí. Y de repente todo el circo estaba gritando su nombre y yo salí de abajo de la silla de lata y lo vi hecho una fiera, todo transpirado, porque era un petizo morrudo con una potencia... Se vivía cag*ndo a trompadas con todo el pueblo. Yo vengo de una familia de boxeadores. Los Oliveri eran campeones entrerrianos. Y yo te puedo boxear a vos. Decidí que no, pero te cag* a trompadas si quiero... (risas).


Rulo: - Sos grandote vos.

Gabriel: - Sí, sé remar, andar a caballo y boxear. Sé el upper cut, pegarte en el vaso, pegar patadas, lo que sea.


Rulo: - Por las dudas si voy al Four Seasson hago en la cama cuando me levanto a desayunar (risas).

Gabriel: - Vengo de una familia de machazos, lo que para mi siendo gay no fue nada fácil. Yo la primera vez que fui al psicólogo, le dije : "Quiero ir a boxeo porque quiero ser bien macho". Y me dijo: "Pero ser macho no es boxear bien". Uno tenía eso en la cabeza y no es que nadie se equivocó. Para mí ser macho era cag*r a trompadas a alguien en ese momento. Ahora entendí que no, que en vez de pegarle, hay que darle un besito (risas).


Rulo: - Escribiste un libro. ¿Le cambiaste la vida a alguna persona?

Gabriel: - Sí. No es soberbia, ¿eh? Me lo han escrito. Gente que no se decidía a hacer algo y avanzó en su deseo y ahora le va muy bien. Se llama Una vida cinco estrellas, está agotado en las librerías porque se vendió muy bien hace como tres o cuatro años. Y el mensaje es que, con lo que Dios te dio, vos podés hacer un montón de cosas. "Nadie nace Lady Gaga", siempre digo eso. Vos te hacés Lady Gaga o Madonna o quien quieras ser. Uno se hace en la vida. Entonces, el libro trata sobre cómo uno se rearma y se vuelve a hacer. Porque yo no era este, era otro lleno de miedos, de dolores... Y cuando me vine a Buenos Aires, cambié al 100 por ciento. Uno se puede volver a hacer de nuevo.


Rulo: - En base a lo que has contado sobre tu elección sexual, ¿sentís que existe todavía prejuicio en la sociedad?

Gabriel: - La palabra maricón sigue a la orden del día. A la gente le encantan los gay, pero no tener un hijo gay. El 99 por ciento si le decís si quiere tener un hijo gay el tipo se quiere pegar un tiro. O sea, si el tipo es futbolero y todo, no quiere un hijo gay. Además, yo siempre digo esto por si hay algún chico gay o adolescente mirándonos. Cuando el familiar te dice: "No te preocupes, yo te acepto. Lo único que te pido es que seas feliz". Perdón, pero no tenés por qué aceptarme. Y vos sos hetero y no sos feliz. ¿Por qué yo siendo gay tengo que ser feliz? Porque encima te dicen: "Sé gay, pero sé feliz". ¿Cómo vas a ser feliz? Vas a ser igual que todos. La sexualidad no te va a definir ser feliz o no. Para mí, la gente sigue siendo totalmente prejuiciosa. En cuanto te das vuelta, la palabra maricón está. En la obra de teatro hablo de esto, porque Truman, imaginate que en los años veinte nació en un pequeño pueblo, era gay y nunca le importó. "Ser homosexual nunca había sido un problema para mí, pero mi madre no me aceptaba", contaba. Le pasaba a él en la vida, que la madre no lo aceptaba. Entonces, es rarísimo, porque vos nacés gay y no lo elegís. Hay un debate sobre eso porque hay gente que por ahí me puede decir: "Estás equivocado". Pero yo no elegí ser gay. Yo nací...


Rulo: - Es lo que vos sentías.

Gabriel: - Pero yo nací y lo primero que dije es: "Doctor, qué lindos ojos que tiene" (risas).


Rulo: - ¿Gay y tiroteador?

Gabriel: - Sí, por supuesto. Yo nací así... No es que uno elige. Entonces, si Dios, para los que creemos, te hace nacer de esa manera, está todo bien y nadie tiene que aceptarte ni aprobarte absolutamente nada. Vos sos eso porque la naturaleza, Dios o quien quiera, te creó así.

Fuente: Infobae