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Tensión sindical, negligencia y fuego: un hotel caribeño convertido en una trampa que dejó casi 100 muertos

La huelga de 125 empleados, sumada a la ausencia de reformas y medidas de seguridad contra incendios en el hotel, desembocó en la mayor tragedia hotelera de Puerto Rico, justo cuando la isla se preparaba para recibir el Año Nuevo de 1987

31 de diciembre de 2025

El 31 de diciembre de 1986, la ciudad de San Juan de Puerto Rico, se disponía a recibir el Año Nuevo envuelta en el clima festivo del Caribe. En pleno centro de la ciudad, el Hotel Dupont Plaza alojaba a más de mil turistas que celebraban, bailaban y apostaban en su casino. Cerca de las 2 de la tarde, ese escenario de algarabía se convirtió en una trampa mortal. Un incendio se propagó con velocidad por la planta baja, bloqueó las salidas principales y cubrió el edificio de humo, fuego y pánico. Fue devastador: 94 personas murieron y al menos 150 resultaron heridas por quemaduras y asfixia.

Con la investigación ya avanzada, se determinó que aquella tragedia aparentemente repentina tenía una trama mucho más compleja. El incendio fue el desenlace de un conflicto gremial que llevaba meses deteriorando la relación entre la empresa y sus trabajadores y, al mismo tiempo, la consecuencia directa de años de desidia en materia de seguridad contra incendios. El Dupont Plaza acumulaba sistemas obsoletos, reformas postergadas y carecía de protocolos adecuados de evacuación, condiciones que lo transformaron en un edificio altamente vulnerable, donde una chispa mínima bastó para desencadenar una catástrofe.

El impacto del siniestro trascendió las fronteras de Puerto Rico. Las demandas judiciales, tramitadas bajo jurisdicción de los Estados Unidos, involucraron a la cadena hotelera, a los sindicatos, a las autoridades y a las compañías aseguradoras, y derivaron en indemnizaciones que llegaron a los 1.800 millones de dólares. Más allá de las condenas y los fallos millonarios, el caso Dupont Plaza marcó un antes y un después, ya que obligó a replantear normativas, controles y responsabilidades empresariales en hoteles y casinos de todo el mundo.


Curiosos y familiares observan el Dupont Plaza Hotel desde la playa tras el incendio


Un hotel con grietas invisibles

El Hotel Dupont Plaza fue concebido como un símbolo del crecimiento turístico de Puerto Rico, pero con el paso de los años quedó atrapado en una lógica de postergaciones y decisiones inconclusas.

Inaugurado en 1963 bajo el nombre Puerto Rico-Sheraton, fue durante años una pieza central del auge turístico de San Juan. En esos tiempos, la seguridad contra incendios en hoteles estadounidenses dependía casi exclusivamente de normativas locales, desiguales y, en muchos casos, notablemente permisivas.

A comienzos de los años ochenta, la propia cadena Sheraton reconoció el problema y diseñó un reglamento interno más estricto, que incluía costosas reformas estructurales y tecnológicas. Pero el Dupont Plaza -una torre de 17 pisos con más de 400 habitaciones- requería demasiadas modificaciones. Antes de afrontar esa inversión, Sheraton decidió vender el hotel en 1980. El nuevo operador mantuvo la fachada del lujo, amplió el casino y pospuso lo esencial: la seguridad. Cuando el cuerpo de bomberos local inspeccionó el edificio en junio de 1985, encontró equipos defectuosos, ausencia de planes de evacuación y protocolos de emergencia inexistentes. El sistema de rociadores, clave para contener incendios en altura, no era automático, una anomalía grave para la época. Nada de eso fue corregido.

En el contexto local, la tragedia no era una excepción estadística: solo en 1985 se registraron más de 7.500 incendios en hoteles y hoteles de ruta en Estados Unidos, con decenas de muertos y millones de dólares en pérdidas. Aun así, la prevención era más lenta que la industria.

A pesar de los graves problemas detectados, las inspecciones y advertencias no se tradujeron en medidas contundentes ni en clausuras por parte de las autoridades locales. Mientras los sistemas de seguridad fallaban silenciosamente, el hotel continuó operando a plena capacidad, recibiendo turistas de todo el mundo, mientras sus deficiencias permanecían ocultas tras alfombras, salones de baile y luces de casino. La tragedia aún no había tomado forma, pero ya estaba estructuralmente presente.


En los años de gloria del hotel


Tensión, advertencias y el descontrol

En 1986, el deterioro del edificio se combinó con otro factor que ya no podía pasar inadvertido: el conflicto entre la patronal y los trabajadores. Desde octubre de ese año, la representación sindical Local 901 de la Hermandad Internacional de Camioneros -que representaba a unos 250 de los 450 empleados- negociaba con la gerencia del hotel.

El eje del reclamo era un plan empresarial que contemplaba el despido de al menos 60 trabajadores sindicalizados para reemplazarlos por personal no afiliado. La medida fue interpretada como una persecución gremial y un intento de desarticular la organización sindical y precarizar aún más las condiciones laborales.

La semana previa al siniestro, hubo acciones dentro del hotel, a modo de convencer a la gerencia de no despedir a los trabajadores, pero no fueron escuchadas. Con las tensiones aumentadas, el paso de la Navidad en la desesperación de perder el empleo, el conflicto comenzó a escalar.


Publicidad de la apertura del Puerto Rico Sheraton Hotel en San Juan, edificio que años más tarde sería conocido como el Dupont Plaza Hotel tras un cambio de administración y nombre

En ese contexto, durante la tarde del 31 de diciembre, mientras el hotel rozaba su ocupación máxima -entre 900 y 1000 huéspedes-, los 125 trabajadores afiliados al sindicato se declararon en asamblea y se reunieron a debatir medidas a seguir en el salón de baile. Allí votaron, por unanimidad, iniciar una huelga a partir de la medianoche. Según contaron más tarde, muchos aún confiaban en una negociación de último momento.

Pese a eso, tres empleados -Héctor Escudero Aponte, José Rivera López y Arnaldo Jiménez Rivera- decidieron tomar acciones de manera unilateral y sin buscar el apoyo ni sindical ni de sus compañeros, y fueron mucho más allá. Su plan, admitieron después, no buscaba provocar una masacre sino generar miedo, caos y presión, pero todo se descontroló.

Iniciaron un incendio en el peor lugar posible: un depósito colmado de muebles nuevos envueltos en plástico, junto al salón de baile, en la planta baja del hotel.


El Dupont Plaza Hotel envuelto en humo durante el incendio, uno de los más trágicos en la historia de Puerto Rico (workingclasshistory)


El fuego, el juicio y el cambio de reglas

Poco después de las 15:30, los tres hombres encendieron latas de combustible para calefacción entre el mobiliario almacenado. El fuego se expandió en segundos. Un destello inicial, confundido por muchos con una explosión, dio paso a una reacción en cadena. Los gases calientes ascendieron por la gran escalera hacia el vestíbulo y fueron succionados hacia el casino por los sistemas de extracción de humo del techo, diseñados para el cigarrillo, no para un incendio. Allí se concentró la muerte. Más de 150 personas estaban en el casino cuando comenzó el fuego.

Las salidas de emergencia habían sido cerradas con llave meses antes para evitar robos por orden de la gerencia. Otras puertas se abrían hacia adentro y no resistieron la presión desesperada de quienes intentaban huir... Algunos turistas -la mayoría estadounidenses y canadienses- saltaron desde el segundo piso hacia la terraza de la piscina, atravesando ventanales de vidrio.

Otros murieron por inhalación de humo en los pisos superiores o atrapados en los ascensores que se abrieron directamente frente a las llamas... La catástrofe había reemplazado el clima festivo con el que inició la mañana de ese día. Los bomberos llegaron minutos después de las 15:40, pero necesitaron más de tres horas para controlar el incendio. El humo persistió durante toda la noche... Nadie allí levantó su copa ni brindó a la medianoche para recibir el año 1987.



Una de las coberturas periodísticas

El saldo final fue atroz: 94 muertos y más de 140 heridos. Ochenta y cuatro cuerpos fueron hallados en el casino, cinco en el vestíbulo, tres en los ascensores y otros dos en el área de las piscinas.

La investigación posterior reveló que la gerencia del Hotel Dupont Plaza cometió 25 violaciones graves de seguridad. Aunque no enfrentaron condenas de prisión como los responsables materiales, se probó que habían bloqueado las salidas de emergencia con candados para evitar robos y que el edificio carecía de un sistema de rociadores automáticos, convirtiendo el casino en una trampa mortal. La negligencia extrema de la administración fue declarada civilmente responsable de la magnitud de la tragedia, y los propietarios junto con sus aseguradoras tuvieron que pagar más de 210 millones de dólares en indemnizaciones tras una de las demandas colectivas más complejas de la historia, que involucró a 230 demandantes y 264 demandados.

Los responsables directos del incendio -Héctor Escudero Aponte, del área de mantenimiento; Armando Jiménez Rivera, ayudante de mozo; y José Francisco Rivera López, bartender- se declararon culpables. Escudero Aponte y Rivera López fueron condenados a 99 años de prisión por asesinato y sabotaje, mientras que Jiménez Rivera recibió 75 años por su participación en los hechos.

Además de convertirse en una de las demandas civiles más grandes a nivel mundial, esta tragedia provocó un cambio profundo en las normativas de seguridad. El incendio del Dupont Plaza, junto con otros desastres similares de la época, evidenció el caos regulatorio en hoteles y moteles. Como respuesta, en 1990 Estados Unidos promulgó la Ley de Seguridad contra Incendios en Hoteles y Moteles, que estableció detectores de humo y sistemas de rociadores automáticos obligatorios en edificios de más de tres pisos.

El hotel, finalmente fue remodelado por American International Group, Inc., reabrió sus puertas en 1995 con el nombre de San Juan Marriott Resort & Casino, recuperando su actividad turística tras años de clausura y reconstrucción.

Fuente: Infobae

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