Barcelona se ha rendido a Lady Gaga, que ofrecerá este viernes el tercer y último concierto de su gira The Mayhem Ball. Cuando se apaguen las luces, a la cantante le espera una suite espectacular en uno de los hoteles más lujosos de Barcelona: el Mandarin Oriental, sin duda, una de las marcas hoteleras más prestigiosas del mundo.

Ya sólo el edificio, en pleno Passeig de Gràcia, es una joya. Rehabilitado a mediados del siglo XX, conserva su historia gracias a la restauración de los arquitectos Carlos Ferrater y Juan Trias de Bes, y al inconfundible diseño interior de Patricia Urquiola, ganadora del Premio Nacional de Diseño 2025, que ha sabido combinar esa sobriedad estructural con un lenguaje estético lleno de textura, luz y equilibrio.

Las 120 habitaciones y suites, inundadas de esa luz natural, ofrecen vistas al Passeig de Gràcia o al tranquilo Jardín de las Mimosas. En ellas destacan los tonos crema, los suelos de roble y los toques orientales. Por su parte, la Suite Penthouse, con la friolera de 236 m², combina terciopelos, sedas y maderas nobles. Un antídoto perfecto a la teatralidad del escenario de Lady Gaga en el que la artista ha desplegado lo más extravagante de su universo, coreografías de infarto y barroco vestido de terciopelo rojo sangre, incluidos.

Arriba, la azotea con vistas a media Barcelona. Abajo, la piscina del spa.

Esencia catalana

La experiencia gastronómica del Mandarin es otro de los tesoros que esconde el cinco estrellas gracias a Moments, el restaurante con estrella Michelin liderado por Carme Ruscalleda y Raül Balam que celebra la esencia catalana a través de menús creativos e inspiradores. Completan una propuesta culinaria de este Mandarin el elegante Blanc, el bar de autor Banker's Bar y la terraza Terrat, con vistas urbanas y cócteles mediterráneos.

Y para el descanso del guerrero, nada mejor que pasarse por el spa, un espacio de mil metros cuadrados dedicado al bienestar integral. Con tratamientos exclusivos de Valmont y Miriam Quevedo, la artista estadounidense podrá encontrar aquí el necesario relax entre concierto y concierto en un entorno de "calma minimalista y lujo natural".

Fuente: El Mundo