General

General

Airbnb tiene el doble de camas en la UE que la suma de las diez mayores hoteleras

Los hoteleros confían en que las prohibiciones a los apartamentos turísticos como las de Nueva York se generalicen en los destinos más masificados

14 de diciembre de 2023

Hotrec, el lobby hotelero que defiende los intereses de los empresarios ante la Unión Europea, está dispuesto a dar la batalla para acabar con el crecimiento descontrolado de los pisos turístico. Y la estrategia se basa en supervisar que los países miembros de la UE apliquen el nuevo reglamento comunitario que regulará los alquileres de corta y media estancia. En la nueva norma se establece que las plataformas que comercializan viviendas de uso turístico deberán exigir el registro de los anfitriones así como intercambiar datos con las autoridades de sus respectivos países."Representa un hito importante para todo el sector. Hotrec lleva casi diez años advirtiendo de los efectos negativos que han traído consigo la falta de normas básicas para los alquileres a corto plazo y el comportamiento poco transparente de las plataformas en línea", señaló Marie Audren, directora general de Hotrec.

Fuentes hoteleras consultadas por Cinco Días apuntan, sin embargo, que el motor para limitar el fenómeno de los pisos turísticos es la puesta en marcha de regulaciones locales restrictivas o prohibiciones al estilo de las de Nueva York en destinos masificados, como Lisboa (Portugal), Barcelona (España), Venecia (Italia). El ayuntamiento neoyorquino aplica desde el pasado 5 de septiembre una legislación hiperrestrictiva en la que impide alquiler pisos turísticos completos si no es por más de 30 días y solo permite habitaciones un tiempo inferior, siempre y cuando el propietario esté presente en la casa. Una prohibición de facto que ha volatilizado el negocio de los pisos turísticos y al mismo tiempo ha espoleado el hotelero.



Protestas en Lisboa contra las restricciones a los pisos turísticos.

HORACIO VILLALOBOS (CORBIS VIA GETTY IMAGES)

Así se pudo comprobar la pasada .semana en una presentación realizada por Robin Rossmann, director general de STR, la filial de análisis de datos de Costar, durante la jornada anual de inversión hotelera organizada por Cushman & Wakefield. Desde que entró en vigor la prohibición, los precios hoteleros de los seis grandes distritos centrales de Nueva York se han disparado entre un 10% y un 20%, gracias al crecimiento de la demanda ante la desaparición de la competencia de los pisos turísticos.

En esa misma presentación se mostraba blanco sobre negro la posición de dominio de Airbnb en el reparto del alojamiento en Europa, con nueve millones de camas disponibles. De esa cifra, dos millones (un 22,2%) pertenecen a los anuncios que se comercializan en Airbnb, mientras que 1,15 millones corresponden a la suma de la capacidad de las diez mayores hoteleras en Europa. Dicho de otra manera, que la oferta de Airbnb más que duplica el número de camas que tienen gigantes como Accor, Marriott, IHG o Hilton, entre otras.


El impacto de los pisos turísticos en oferta y precios

Revitur. La alianza turística Exceltur, en la que están representados Meliá, RIU, NH, Iberostar o Hesperia, ha sido la organización más crítica contra los pisos turísticos. En el informe Revitur, hecho público hace un año, cargaba contra este fenómeno porque ha propiciado que entre 2010 y 2019 hayan salido 60.375 viviendas de alquiler del mercado inmobiliario en España, de las que 43.392 estaban situadas en zonas céntricas.

Inflación. El informe señala que la caída de oferta de viviendas, unida a la mayor rentabilidad del alquiler para turistas frente al tradicional, ha provocado una subida de precios del alquiler en el centro de las ciudades más turísticas. El mayor crecimiento entre 2010 y 2019 le correspondió a Barcelona, con un alza acumulada del 20,5%, seguida por Málaga (18,5%) y Madrid (14,2%). En el otro lado aparece Sevilla, con un ajuste de precio del 4,1%. Ninguno de esos precios recoge el episodio de hiperinflación registrado desde febrero de 2022 con la invasion rusa en Ucrania.

Fuente: El País