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Pareciera que en este distrito hotelero los turistas recién abandonaron sus habitaciones, aunque en realidad lo hicieron hace 30 años.
7 de agosto de 2025
Cuando Luke Bradburn, un explorador urbano oriundo de Inglaterra, decidió investigar la zona de exclusión de Fukushima, un área crítica en Japón luego del desastre nuclear de 2011, no pensó que podría encontrarse con otra ciudad donde la vida humana pareciera haberse exterminado repentinamente. En Kinugawa Onsen, las huellas de las personas permanecen intactas, aunque ya hayan pasado 30 años de abandono.
El investigador británico Luke Bradburn se topó con el destino turístico olvidado de Kinugawa Onsen, durante un viaje a Japón el año pasado en el que pretendía documentar la zona de exclusión de Fukushima. Pero su curiosidad le llevó a aventurarse más allá del área para encontrar un pueblo abandonado donde los habitantes parecen haber huido de repente.
Alguna vez Okinawa Onsen fue un centro turístico, donde visitantes acudían a sus aguas termales y las instalaciones se mostraban rebosantes de veraneantes. Pero ese no fue el estado en que Bradburn encontró a esta ciudad. "Fue como entrar en un pueblo fantasma", dijo el británico a la agencia de noticias SWNS.
Un distrito hotelero particular
"Estaba explorando otros lugares cercanos cuando me encontré con todo este distrito de hoteles abandonados", advirtió. Allí, Bradburn halló una imagen particular: grandes edificios hoteleros se alzaban sobre un río al borde del acantilado cubiertos de maleza y en ruinas. Pero al ingresar, estas estructuras revelaban un interior más escalofriante: por dentro, algunas habitaciones estaban impecables, como si nadie las hubiera tocado en décadas.
Lo que queda hoy parece ser una escena inquietante, con una calle entera de enormes hoteles de varios pisos deteriorándose lentamente. Bradburn pasó seis horas recorriendo pasillos llenos de vegetación, escaleras rotas y desniveles precarios de alrededor de cinco o seis edificios de un puñado de 20, según contó a SWNS. A menudo se desplazaba entre edificios a través de caminos interconectados.
Bradburn se encontró en vestíbulos de hoteles llenos de restos olvidados del pasado: baños onsen japoneses tradicionales, habitaciones intactas e incluso bebidas todavía en las mesas, informó la misma fuente.
Una ciudad intacta
El pueblo fantasma estaba lleno de recordatorios de su gloria pasada, con máquinas recreativas, animales disecados e incluso bebidas a medio terminar esparcidas por los viejos hoteles."Había autos abandonados en las calles y, aunque se podía conducir por la zona, todos los edificios alrededor estaban abandonados a su suerte", contó.
La ciudad conoció su declive turístico durante la crisis económica que afrontó Japón en la década de 1990.
Pero aunque los hoteles terminaron cerrando, las leyes de propiedad del país significaron que muchos de los edificios nunca fueron demolidos. "Te haces una idea de cómo debía ser la vida aquí en su apogeo y luego se detuvo", reflexionó.
"Es muy diferente en Japón ", dijo Bradburn. "La tasa de criminalidad es tan baja que los edificios abandonados no son saqueados ni destruidos tan rápidamente. En algunos casos, necesitan el permiso del propietario para demoler y, si el propietario fallece, legalmente no pueden hacerlo durante 30 años. "Es inquietante, triste y fascinante a la vez", concluyó Bradburn.
Fuente: La Gaceta