Argentina
13 de abril de 2020
La gran sorpresa de este mundo globalizado fue sin lugar a dudas la pandemia que se disemino a velocidad supersónica en cada rincón del planeta. En el año 2019 La OMS lanzo una alerta que no fue registrado, o escuchado que manifestaba su preocupación porque el mundo no está preparado para una pandemia provocada por un virus que afecte las vías respiratorias de rápida difusión, el informe terminaba haciendo referencia a que en el año 1918 la gripe había enfermado a un tercio de la población y murieron 50 millones de personas. Hoy frente a un escenario poblacional cuatro veces mayor y la posibilidad de trasladarse con facilidad de un extremo al otro del planeta hizo que el virus se dispersara con una celeridad inconcebible. Si no se toman medidas urgentes, si una pandemia se desata podrían morir 80 millones de personas. El pasado demostró que las pandemias pueden ocurrir, en realidad ocurrirán y es inevitable, antes la aparición del virus siempre las medidas públicas irán (al menos por un tiempo) detrás de un virus con un alto poder letal.
En las últimas décadas la ciencia ha avanzado a pasos agigantados y los progresos son continuos. La medicina de hace 30 años hoy es obsoleta y las diferencias son abismales. A lo mejor ese permanente avance y descubrimiento científico haya llevado al hombre a subestimar esta nueva pandemia y hasta haya sobrestimado las posibilidades de la medicina moderna y muy especialmente de los sistemas sanitarios. De hecho, es la cuarta vez en 18 años que una pandemia se pone en marcha. Lo que sucede es que el volumen y las consecuencias de esta son muchísimo mayor y están más expandidas. Cada vez que aparece un nuevo virus provoca incertidumbre y zozobra porque no se sabe el alcance, ni su comportamiento y cada vez que ellas ocurrieron hubo especialistas que pidieron a gritos que el Estado pusiera énfasis en la ciencia y la investigación. Por qué no están preparadas para afrontarlas.
Pero todas las alarmas fueron ignoradas. Una vez más, ante el pedido desesperado de muchos organismos, con o sin peso económico, el hombre miro hacia otro lado.
El infectó logo español Adolfo García Sastre en una entrevista hace poco días en España dijo : El principal problema no es tanto si las medidas de contención se han tomado antes o después. Esto viene de mucho antes. Se sabía que estas pandemias podían ocurrir. Sabemos que con la gripe suceden cada 20 o 30 años y que tienen una severidad parecida a la actual, pero no nos preparamos para ellas. No es un problema de un gobierno o de un país en particular. Nadie lucho para financiar esto.
Se ha establecido siempre la dicotomía entre salud y economía. Sin embargo, las pérdidas que ocasionará esta enfermedad, aunque todavía no se conoce cuál será exactamente la cifra, serán enormes. La magnitud del daño económico será colosal. Las pérdidas serán muy superiores a la cantidad de dinero que se podría haber invertido en ciencia e investigación, compra de insumos, test, respiradores, y de esta manera el flagelo no hubiese encontrado a las sociedades tan indefensas y tan poco preparadas.
El hombre no ha priorizado la salud, no la ha establecido como política de estado prioritaria, no otorga los mayores recursos para la salud, Los especialistas que están luchando contra reloj buscando una salida contra el Covid 19, desarrollando vacunas, medicamentos que sean eficaces, indagando el funcionamiento del virus, saben que cuando esta pandemia sea superada, sobrevendrá otra. Por ende, Pretenden ser escuchados y poder contar con presupuestos y armas científicas y sanitarias del Siglo XXI para enfrentarla. La ONU en un informe ha establecido que, las enfermedades zoonóticas, aquellas transferidas de animales a humanos, han ganado la atención internacional.
El ébola, la gripe aviar, la gripe por el virus H1N1, el síndrome respiratorio del Medio Oriente (MERS), la fiebre del Valle del Rift, el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), el virus del Nilo Occidental, el virus del Zika y el nuevo COVID-19 han causado pandemias o han amenazado con causarlas, y han dejado miles de muertes y grandes pérdidas económicas. Si bien los investigadores aún no han podido identificar el momento exacto en el que el virus SARS-CoV-2 se transmitió de animales a humanos y se presentó en la forma de COVID-19, hay algo que si esta claro: ésta no será la última pandemia.
En el año 2016, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) encendió las alarmas sobre el aumento mundial de las epidemias zoonóticas. Específicamente, señaló que 75% de todas las enfermedades infecciosas emergentes en humanos son de origen animal y que dichas afecciones están estrechamente relacionadas con la salud de los ecosistemas. Abordar el surgimiento de las enfermedades zoonóticas implica atender su principal causa, es decir, el impacto de las actividades humanas en los ecosistemas.
Esto significa reconocer las estrechas relaciones entre la salud humana, animal y ambiental. Hay que realizar mas monitoreos de la salud humana y la salud de la vida silvestre, reconocer que, si podemos conocer y comprender su comportamiento podemos estar preparadas para posibles brotes, minimizar los riesgos tanto para humanos como para animales y esto requiere de la colaboración multisectorial transdiciplinarios e internacionales.
Inger Andersen economista y ecologista danesa quien desde febrero 2019, es Directora Ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medioambiente UNEP, enfatizo que 2020 es "un año en el que tendremos que reformar desde la raíz nuestra relación con la naturaleza", pues la población global que habita el planeta se está acercando a los 10.000 millones de personas. La Década de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2030 es una respuesta a la pérdida y degradación de los hábitats y se centrará en la creación de voluntad política y capacidades para restablecer la relación de la humanidad con la naturaleza. Invertir en Naturaleza es invertir en estabilidad política y remarco la necesidad de repensar políticas económicas y financieras actuales, Aun estamos a tiempo El PNUMA también está trabajando con los líderes mundiales para desarrollar un nuevo y ambicioso Marco Global de Biodiversidad Post-2020 y llevar los problemas emergentes (como las zoonosis) a la atención de los tomadores de decisiones.
A medida que el mundo responda y se recupere de la pandemia actual, se necesitará un plan contundente para proteger la naturaleza, de modo que la naturaleza pueda proteger a la humanidad.
El momento es complejo y nos encuentra con un planeta enfermo. Viviendo uno de sus peores momentos en materia ambiental: océanos y ríos contaminados, bosques devastados, suelos erosionados, masiva extinción de especies, y ciclos climáticos alterados. Este debe ser el momento de pensar en la insostenibilidad del modelo de desarrollo extractivista y desigual. Esta nueva crisis de salud ha expuesto la fragilidad de esta globalización y del modelo de desarrollo en el que se sostenía. El quiebre de las cadenas proveedoras, la baja en el crecimiento global y el desempeño de los mercados financieros han exhibido la vulnerabilidad global de nuestras economías. Ante la evidencia de esta crisis la comunidad mundial tendrá que confrontar el hecho de que la globalización no funcionó como prometía y que debe ser reformada.
Es necesario, dar respuesta a las necesidades de la poblaciones más desplazadas, porque si bien el covid19, no distingue clases sociales, no nos ha equiparado, al contrario ha incrementado las desigualdades, quienes no tengas acceso a un sistema sanitario deberán esperar a ser atendidos, tal vez si la ligereza que la situación implica o en el peor de los casos ni siquiera llegaran al sistema sanitario. Aquellos desplazados por conflictos bélicos, aquellas en situación de alta vulnerabilidad por inseguridad alimentaria. Esto implica fortalecer la ayuda humanitaria y, en especial, la orientada a la inversión en salud e higiene en los lugares donde estén instaladas esas poblaciones. Prevención, detección y mejora de la higiene son esenciales en una operación que no se puede atrasar para evitar una tragedia.
El desafío que hoy nos ocupa, ante la crisis originada por el Covid 19, es cambiar radicalmente el estilo de vida, aquí y ahora. Es brutal lo que nos sucede, pero depende de nosotros aportar ideas, respuestas, estudiarlo, interpretarlo y contribuir a dar soluciones. Aquellos que trabajamos para brindar experiencias, aquellos que somos los promotores de los encuentros, del descubrir culturas, conocer la identidad de las civilizaciones hoy debemos ser los promotores para detener las interrelaciones que normalmente nos identifican, hoy propiciamos el NO ENCUENTRO. Habrá cosas que perderemos para siempre, para dar lugar a otras nuevas, y esas nuevas nos debe encontrar más humildes, más enteros, pero sobre todo más humanos.
Debemos repensar y reestructurar una nueva convergencia del tiempo y el espacio, como armar esa proximidad y nuestro lugar en la vida. La solución no solo está en el aislamiento, cuando termine la cuarentena no puede volver a ser todo igual. Esta pandemia entraña el potencial de transformar la geopolítica de la globalización, es una gran oportunidad para relevar los beneficios de las acciones multilaterales y abrir espacio al necesario debate sobre un nuevo, sostenible y equitativo modelo de desarrollo para toda la humanidad. ¡¡¡Para toda la humanidad!!!