Argentina

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Desayuno de hotel.

8 de febrero de 2015

 10 claves para un buen desayuno de hotel

 

No todos los hoteles pueden ofrecer un desayuno buffet con mil opciones, ni es deseable que lo hagan. El número de habitaciones, la ubicación o el tipo de alojamiento condicionan y definen la primera comida del día.

 

Pero hay algunas claves que todos pueden seguir para conseguir que los huéspedes disfruten de un buen desayuno, y estas no dependen solamente del presupuesto, sino de la capacidad de maniobra del alojamiento.

 

 

1. Un buen café


 

Resulta tremendamente complicado comenzar el día con un buen café, casi tanto como encontrarlo a bordo de una aerolínea. Bueno, en ese caso es prácticamente imposible.

Los hoteles se empeñan en ofrecer a sus clientes cafés aguados, incluso en países en donde esta bebida es seña de identidad.

En los últimos tiempos, gracias a la proliferación de las máquinas de cápsulas, algunos dan la posibilidad de hacérselo uno mismo. ‘Gracias, gracias. Ya me lo preparo yo…’. Pero esto sigue siendo insuficiente.

La comodidad o la falta de personal tampoco puede ser una excusa.

Un buen ejemplo es Paradores. En la cadena pública el café está muy bueno y se sirve primorosamente en jarras que parecen de alpaca. O bien, te lo preparas tú mismo en máquinas de cápsulas instaladas hace ya unos meses, aunque el sabor no es óptimo para los que consideramos el café una bebida de los dioses.

 

Alguna instalación de la Red pública permite, incluso, aceptar tu comanda de un ‘café expreso de máquina’. El personal, siempre atento y diligente, suele aceptar de buen grado preparártelo como petición exclusiva.

¿Una solución de emergencia para estas penurias tan de mañana? Sin duda el café en sobre. 

 

 

 

2. Productos naturales

 

Un zumo de naranja a base de concentrado o polvos suspende automáticamente lo que podría ser un desayuno aceptable y resulta increíble que se siga sirviendo en países como España, en los que un kilo de estos cítricos raramente supera en temporada el euro. Si se cuenta con poco personal, se puede optar por un sistema en el que el huésped se lo prepare él mismo.

 

El catálogo de artilugios de exprimir naranjas destinados a la hostelería está repleto de buenos ejemplos. Lo mismo sirve para otros productos.

  

 

3. Calidad antes que variedad

 

Es preferible tener un zumo bueno que cuatro malos, y un jamón como Dios manda que siete variedades de embutidos irreconocibles. O si no, no ponerlo, que tampoco es que sea de prioridad absoluta.

Un jamón loncheado sin pedigrí atenta contra la mesa de nuestros desayunos. Aun así, son muchos los casos en los que se camufla la falta de calidad con la aportación de un aceite de oliva virgen que arrebata pasiones en el salón de desayunos.

 

Afrutados, de primera presión, sin filtrar… esos aceites de España, Portugal o Italia llegan a ser una tremenda excusa para que optemos por la opción hotelera del ‘alojamiento y desayuno’.

 

4. Pan fresco


 

Independientemente del país o incluso continente donde se encuentre el hotel, el pan es uno de los elementos básicos de un buen desayuno, y lo deseable es ofrecer al menos un par de tipos diferentes.

Si no es posible porque las panaderías están lejos, esos bollitos precocinados y recién horneados pueden sacar de un apuro. Pero, por favor, hay panes y panes.

 

Aun siendo conscientes de que hay lugares donde la tradición panadera es tanta como la de desayunar alcaparras y salmón en Zamora, siempre hay que tener en mente a los huéspedes. Y el pan es el pan bendito o el bendito pan por el que muchos suspiramos.

 

¿Cómo si no acompañar ese estupendo aceite precitado? Pues con un bollo de pan sabiamente horneado.

Hay hoteles rurales en España en los que este precepto se asumió de inmediato. Se dan casos de aquellos que lo producen y hornean in-situ para profunda satisfacción de los mortales huéspedes que les visitamos.

 

5. Entorno agradable


 

El desayuno es la primera comida del día, y comenzar bien puede suponer la diferencia entre una jornada anodina o una fantástica, porque influye decisivamente en el estado de ánimo. Además de reponer fuerzas con un buen alimento, hay que cargar energías. Y para eso nada mejor que tomarlo en un lugar agradable, bien ventilado y bien iluminado.

Preferentemente de tonos claros o energizantes. Si no es posible disponer de un lugar específico por falta de espacio, una buena opción es utilizar manteles más claros y unas flores frescas.

Si hay terraza, no se puede tener cerrada a esa hora. Ese es un gran error muy extendido: hay que utilizar las terrazas en el desayuno, a pesar de que la fauna alada del lugar se empeñe en posarse sobre nuestro croissant.

Si se tiene jardín, no hay que dejar que la pereza a la hora de montar mesas impida a los huéspedes disfrutar de un desayuno al aire libre. Puede que se convierta en uno de los puntos más importantes del hotel y atraiga más clientes.

 

 

6. Limpieza


 

Hay incluso hoteles de cinco estrellas que no se molestan en cambiar el mantel entre cliente y cliente. Si la limpieza es imprescindible siempre, a primera hora de la mañana se hace fundamental.

 

Porque esa es la ventaja de los manteles. Que se pueden llevar a la lavandería después de cada uso contribuyendo, de este modo, a que dicho departamento esté plenamente operativo tras el servicio de desayunos.

Así que este apartado es de muy sencillo cumplimiento: después de cada uso, a lavar el mantel. Y, si no, un mantel desechable es una opción más que digna.

 

 

7. Espacio bien organizado

 

Colas interminables ante la máquina de café o zumo, circulación lenta y accidentada entre mesas, se pueden solucionar con una buena organización del espacio, especialmente si este es pequeño.

Cientos de ejemplos podríamos aportar acerca de cómo no se debe organizar la circulación en un espacio de buffet de desayunos.

París nos sirve de ejemplo en múltiples ocasiones para quienes escribimos de viajes. Y ahora sus hoteles también podrían servirnos de inspiración a la hora de comprobar cómo un espacio pequeño, sin apenas hueco entre mesas, funciona. Y de qué manera en tantos casos.

 

8. Sabores de la zona


 

Si estoy en el valle extremeño del Jerte –y es época- espero encontrarme unas cerezas. O un jamón en Guijuelo. O un queso manchego en Castilla.

No recojo aquí una centolla en Rías Baixas, pero sí un bolo rainha en Lisboa, un buen pan de bollo en Galicia, o unos molletes antequeranos en cualquier hotel de la Costa del Sol.

Nada más sencillo que mirar a nuestro alrededor y fijarnos en qué se desayuna en la zona.

Y, luego, incorporar a la carta de desayunos esos dulces que elaboran las monjas del convento más cercano; ese aceite que llega desde la almazara del pueblo de al lado; o unos huevos de corral pletóricos de sabor de una granja de las inmediaciones.

 

 

9. Adecuado al alojamiento

 

Un porridge casero en Escocia, un bizcocho recién hecho o una mantequilla elaborada a mano en una casa de turismo rural. O bien platos sofisticados en un cinco estrellas urbano, el desayuno ha de reflejar siempre la personalidad del hotel.

No queramos ser lo que no somos. Chocará y seguramente no se logre la calidad suficiente. A cada cual, lo suyo y siempre en las medidas de nuestras  posibilidades.

 

10. Sorprender

 

Un toque personalizado que se salga de lo habitual puede convertirse en seña de identidad de un alojamiento. Si no hay tiempo o personal, algún plato preparado en miniatura puede servir.

Un buen ejemplo es la Ermita de Deva, en Asturias, con emparedados salados, desayuno en varias fases sorprendente, sin buffet porque es pequeño. Y en el jardín. Simplemente delicioso.

La sorpresa es lo que muchas veces anhelamos de los desayunos.

No te dejes manipular por la cuenta de resultados y sorprende al huésped con una delicatessen que le hará recordar tu establecimiento. O con la disposición de los elementos, o una fruta exótica. Seguro que sabrá reconocerlo entre sus círculos. El boca a boca sigue siendo muy importante.

  

El grado de satisfacción hotelera no viene determinado en exclusiva por el hecho de cómo nos hayan dado de desayunar, claro está. Una buena habitación es más importante, pero el almuerzo matutino puntúa mucho al hacer la valoración final de la estancia.

 

Fuente: http://www.expreso.info/destinos/con_reserva/34892_10_claves_para_un_buen_desayuno_de_hotel?page=0,2