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Celíacos se quejan por escasas opciones en hoteles y restaurantes

Los lugares suelen tener un menú sin gluten pobre. Existe desconocimiento, pero también mucha desatención en la atención a clientes.

5 de junio de 2023

Salir a comer o vacacionar resulta un momento estresante para toda persona que tenga celiaquía. Aunque hay leyes que hoy exigen un menú libre de gluten, en la mayoría de hoteles y restaurantes del país, este suele ser pobre. Si es que lo tienen disponible.

Los alimentos y bebidas sin tacc (trigo, avena, cebada, centeno) deben tener un cuidado especial. Las personas que padecen celiaquía no pueden tener ni el mínimo contacto con las harinas de trigo, por eso usan utensilios aparte y en sus casas evitan cocinar pastas comunes o panificados.

Sin embargo, mucho es lo que se puede ofrecer en un menú sin tacc. Más allá del reemplazo del pan con tostadas de arroz, son aptos todos los fiambres y dulces (que tengan el logo), si están protegidos dentro de un envaso hermético, para evitar la contaminación cruzada. También todos los frutos secos, leche, yogur (en sus empaques) y todas las frutas. En cuanto a platos de almuerzo y cena, todo lo elaborado con carnes, lácteos, legumbres, verduras, arroz, maíz y huevos es apto para celíacos, siempre cuidados en la cocina.


Hoteles improvisados

En abril de este año se reglamentó una ley que amplía sus derechos, pero -de acuerdo a lo que investigó MDZ- los celíacos o alérgicos al gluten que estén planificando parar en hoteles las próximas vacaciones dignas, deberán llevar seguir llevando sus containers de comida gluten free.

Hace dos semanas un contingente se hospedó en un hotel a nueve cuadras del Obelisco, con desayuno incluido. De sesenta personas, cuatro requerían un menú celíaco y lo hicieron saber cuando contrataron el viaje a Buenos Aires. "Solo había galletas de arroz y potes con una cucharada de manteca y mermelada que no tenían el logo" (que certifica el alimento libre de gluten). Los saquitos de té tampoco tenían el empaque correspondiente", protestó Marita López, quien reclamó el primer día y firmó el libro de quejas antes de retirarse, sin soluciones, el cuarto día. "Pero acá en Mendoza pasa lo mismo", aclara Marita. Como madre de una niña celíaca, para Pascuas se fue a una empresa grande que, suponía, debía tener huevos sin gluten. "Me ofrecieron dulce de leche", dice con bronca.

Julieta cuenta que ha pasado por la tristeza y el enojo; pero no deja de sorprenderse por el maltrato en algunos lugares. "Viajé a Bariloche el último verano. En el primer desayuno dije que soy celíaca, si había opciones y dijeron 'no, nadie nos avisó'. Yo ya había dado aviso de que no puedo comer con gluten. Decí que siempre llevo algo, pan y bizcochuelo. Al otro día se habían olvidado, recurrí a lo que yo llevaba. Finalmente, el tercer día me traen algo de desayuno, unas tostadas muy feas que encima estaban rancias, imposible de comer". Ese día fue y se quejó.

Una historia similar contó María del Carmen Rodríguez, cuando visitó Miramar y lo mismo en Mar del Plata. El lado positivo, donde consiguió opciones y buena calidad fue en unas vacaciones a las Cataratas del Iguazú, en Misiones, y otra buena experiencia tuvo en Oberá, de la misma provincia.

Desde el sector hotelero de Mendoza, Adrián González coincide en que el menú que ofrecen para las personas celíacas es básico y que las empresas los adquieren en envases cerrados. El directivo de la Asociación Empresaria Hotelera Gastronómica y Afines de Mendoza sostiene que "es difícil conseguir opciones y cuando hay son carísimas". Agrega que ante el menú de desayuno simple sin tacc los clientes "no se quejan tanto porque están acostumbrados que no puede comer de todo". Que en el caso de eventos especiales un cocinero prepara la comida sin gluten en un turno especial y con elementos de cocina diferentes del resto.


Salir a sufrir

Salir en la Arítides / MDZ CUESTA SALIR A COMER Y ENCONTRAR ALGO RICO Y NUTRITIVO SIN GLUTEN.

En cafés, bares y restaurantes, aun aquellos de buena fama por su cocina, están normalizadas las mismas desconsideraciones. Como suele ser agotador tener que cocinarlo todo, las personas celíacas suelen valorar las escapadas. Pero en la mayoría de los lugares no pueden relajarse. "Me pasó en un lugar de la calle Arístides, me trajeron el plato y me dijeron que era apto. Lo empecé a comer, pero vino una chica y me dijo que se habían equivocado, que uno de los ingredientes tenía gluten. Se fue y le pregunté a un mozo. Me dijo que no tenía idea", cuenta Belén Marcó, quien se dedica al rubro gastronómico y agrega que "en el 90% de los restaurantes no tienen opciones o son platos pobres, sin valor nutricional y no ayudan a lo que la persona necesita, que es salir, y sentirse uno más en la mesa".

"Cuando salimos a comer, primero pido sin tacc y si no hay me levanto y me voy. Porque el resto de la familia podemos pedir con variedad, pero ella cae en las papas fritas de siempre. No es justo y me da mucha bronca", sigue Marita López. También Andrea Giménez narra que en una oportunidad salió a desayunar y no le daban ninguna opción. Debió pararse de la mesa e ir hasta un lugar -que estaba al lado- para comprarse algo rico. Al final todas cuentan que le hacen la tarea fácil al restaurante, llevando sus propios tuppers con comida.

Al mismo tiempo, en los últimos años han crecido los emprendimientos gastronómicos que cocinan todo sin gluten. Por lo general creados por personas que empezaron cocinando para su familia y vieron que allí había una oportunidad de negocio, ayudando a otros celíacos.


España, avanzada

Romina Gurvitsch, quien emigró a España, explica que allí el panorama es diferente. "En los hoteles hay muchísimas opciones, más en Madrid y Barcelona donde reciben tanta gente con celiaquía. En los restaurantes, yo en los primeros años iba solo a los lugares donde tienen cero contaminación cruzada, certificados por la Asociación de Celíacos de España. Pero ahora también, como en otros sitios donde te dicen que no están 100% certificados, para evitarse cuestiones legales", cuenta Romina.

Sin embargo, los celíacos de Europa (ella también ha viajado por Italia y Francia) tienen el mismo problema que en Argentina: "Si una baguette de pan cuesta un euro diez, una sin gluten en una panadería especial te cuesta 2,80 o 3 euros". Lo mismo con el resto de los panificados.

Fuente: Mdzol